martes, 5 de diciembre de 2017

Mi gozo en un pozo


El día de Reyes, cuando veo los regalos de los demás, siempre me ataca la envidia. "Tenías que haber pensado más las cosas antes de escribir la carta", "lo que te han echado parece de segunda mano", "se ve que no estabas muy inspirado el día que escribiste a tu amigo Baltasar".
El duendecillo de la envidia se te coloca en la oreja dispuesto a llenar de negatividad el mágico día de los regalos.

Este año ha sido aún peor. He ido anotando ideas para la carta durante todo el año y las he guardado en una carpeta ad hoc. Ha llegado diciembre, he buscado Y HALLADO la carpeta y he escrito mi carta con puntualidad envidiable: un espray con la pintura de mi Yaris rojo, un dron wifi con cámara que se maneja con una App, unas conservas gourmet para ver al Atleti, un sombrero tipo panamá, un documental sobre un grupo de rock que no existió... Un poco de todo, una buena selección de caprichos.

Y al día siguiente, AL DÍA SIGUIENTE, tengo noticia de la existencia del regalo perfecto, el que debería haber pedido, la sandwichera del Atleti con la que siempre soñé.

Mi gozo en un pozo.

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