Hoy tengo que contar cuatro cosillas que poco o nada tienen que ver entre sí:
UNA: que según la extraña página de estadísticas que me informa de la gente que entra a este blog, el 30 de abril hubo 313 visitas de México. Hasta ahora me había encontrado con datos extraños y sorprendentes, pero como ese ninguno.
DOS: que ayer quedé a merendar con mi amigo Manolo en su casa. Lo hago de vez en cuando y ayer llevé unas fabulosas pistolas de bolas para sus hijos. En la imagen aparecen dos de ellos (son tres) haciendo uso de los regalos. Deseo transmitir una experiencia: si eres invitado a una casa con niños pequeños no les lleves como regalo pistolas de bolas. Mi vieja amistad con Manolo no se ha visto comprometida; pero casi. Sus hijos mostraron gran entusiasmo por los regalos, pero no tan intenso como el de sus padres.
TRES: Para hacer la foto que publiqué hace unos días con don Carlos Durán hablamos unos días antes y quedamos. Para hacerlo, intercambiamos nuestros números de teléfono móvil y me contó que desde que tiene móvil, apenas recibe llamadas dirigidas a él, aunque sí recibe unas dos al día dirigidas a un fontanero llamado Guindos, que usó ese número o lo dio por error: casi todo son llamadas de queja o incluso de amenazas, para Carlos completamente inexplicables, aunque para sus interlocutores no. Por más que repite que él no es Guindos, es requerido para ir a diversos domicilios a reparar temas de fontanería, y cuando dice que no va a acudir, se monta una bastante maja.
CUATRO: En algún momento, me comprometí con mis lectores a dedicar los viernes a hablar de mis viajes por el mundo. Ayer, viernes, no lo hice, y nadie me ha dicho nada. ¿A nadie le importa que me haya saltado las reglas por mí mismo establecidas? ¿Esto no lo leen ni mis más entusiastas seguidores? ¿Me han dado por perdido? ¿No son acaso interesantes mis viajes? Vaya usted a saber.
